Restaurar y conservar

La conservación de un yacimiento arqueológico al aire libre y en el medio rural requiere de una estrategia planificada, anclada en unos sólidos principios, criterios y normas de intervención.

No de otra forma, pueden abordarse los numerosos y complejos problemas que plantea la tarea de conservar restos arqueológicos “in situ”, tales como la obligatoria vinculación de excavación y conservación preventiva, la reflexión sobre las intervenciones de cubrición o la necesidad de atender al mantenimiento y control del yacimiento una vez se acaba la “rutilante” fase de inversión.

En el caso de Fuente Álamo además se une la existencia de un conjunto de mosaicos sin parangón en España. En la actualidad, en el propio yacimiento o en taller, y con distinto grado de conservación existen veintiséis mosaicos de variadas cronologías, estilos y composición que convierten el yacimiento en un laboratorio privilegiado para el estudio de la musivaria romana.

Así las cosas, en el año 2001, fecha de inicio de los proyectos de recuperación, nuestra realidad era que nos enfrentábamos a un yacimiento a la intemperie, expuesto durante dieciséis años a una continua degradación provocada por todo tipo de agentes –climatológicos, biológicos, faunísticos o antrópicos-.

En cuanto a los mosaicos, sufrían una suerte desigual, fruto, sin duda alguna, de los distintos métodos de intervención vigentes en cada momento. Mientras que la mayoría se encontraba expuestos o en los almacenes del Museo Histórico Municipal de Puente Genil, los que permanecían “in situ”, entre los que se encontraban el mosaico de las Tres Gracias y el del Triunfo de Baco, habían sido sometidos a una intervención de limpieza, consolidación, restauración y cubrición protectora para evitar el desarrollo vegetal y microbiológico.

Por ello, la primera actuación en 2004 del equipo de conservadores-restauradores consistió en la aireación y  consolidación de las estructuras y mosaicos conservados “in situ”. Ello, nos permitió, junto a la recopilación de las memorias de intervención que sobre los mosaicos se habían realizado entre los años 1985 y 1987, realizar un diagnóstico y valoración inicial del estado de los mismos.

No sólo eso, sino que se procedió a elaborar las premisas que deberían regir la labor de conservación en el yacimiento, las cuales quedaron definidas de la siguiente forma:

  1. Las intervenciones de conservación forman parte indivisible del plan general de puesta en valor del yacimiento pues condicionan la presentación pública y la preservación del mismo.

  2. La conservación tiene un marcado carácter interdisciplinar, mediante el cual distintos profesionales –arqueólogos, conservadores, arquitectos- trabajan conjuntamente en la consecución de un objetivo común.

  3. Objetivo prioritario sería el reagrupamiento y traslado de los mosaicos al lugar para el que fueron construidos.

  4. En la conservación y presentación al público ninguno de los periodos históricos documentados en Fuente Álamo se mostrarían en detrimento de los otros.

  5. Diseño de un plan plurianual de inversiones para el yacimiento. Las limitaciones presupuestarias obligan a una ejecución por fases.

  6. La conservación del yacimiento requiere de un esfuerzo permanente mediante un adecuado programa de control y mantenimiento.

  7. Es necesario el uso de los medios y canales más adecuados para la difusión entre la ciudadanía de las labores de conservación.

Finalmente, el corolario a esta declaración de intenciones, sería la redacción del Plan de Conservación y Restauración del yacimiento arqueológico de Fuente Álamo a cargo de José Montesinos Moreno y Carlos Herrería Gómez, restauradores que desde el año 2004 han venido actuando en el yacimiento.