Al mismo balneum que los anteriores pavimentos geométricos hallados en un estrato inferior al dionisíaco, en estancias situadas al lado y parcialmente bajo el lecho del mosaico que pavimentó el oecus de la villa posterior, pudieron pertenecer también los mosaicos hallados en el siglo XIX, de los que únicamente se han conservado los datos consignados en un Oficio de 1868 y los dibujos de dos de ellos en los archivos de la Real Academia de la Historia, ya que los paralelos ofrecen una cronología entre la segunda mitad del siglo II d.C. y finales del siglo- principios del III.

Fragmentario mosaico con representación de un thiasos marino

Descrito como “mosaico de la higuera”, cerca del camino a Aguilar, en virtud de la orientación de las figuras representadas y la parte conservada, se consignaba la extensión de uno de los lados completos del pavimento polícromo, de 3, 65 m, y solo parte del perpendicular, de 3,30 m.

A juzgar por el dibujo, entre las figuras representadas en el campo musivo aparecía la parte anterior de un delfín precedido por un joven e imberbe tritón, al parecer de dos colas pisciformes, que vuelve su cabeza, de tres cuartos hacia un hipocampo cuyas riendas guiaba, mientras porta en su mano izquierda sobre el hombro la vara de un atributo no identificado con claridad, en una actitud bien documentada en los mosaicos romanos.

Sin embargo, estas no eran las únicas figuras conservadas en aquel campo musivo, pues, a pesar de la descripción errónea de una “nave” en una publicación de fines del siglo XIX, en el lado opuesto, también de cara al exterior, se advierten en el dibujo restos de una figura femenina sobre la enroscada cola pisciforme de un monstruo marino sin identificar, una nereida de las pertenecientes a un tipo bien atestiguado y según aquella variante que, dando la espalda al espectador, las muestra apoyándose con una mano, un codo o un antebrazo sobre el lomo o el principio de la cola pisciforme del animal o tritón, mientras extiende y levanta la otra en sentido inverso a la marcha al tiempo que sujeta el extremo de un manto inflado por el viento en forma, posiblemente sobre su cabeza.

A juzgar por las dimensiones del campo figurado y la ausencia de espacio entre las figuras conservadas, se descarta la existencia de una representación central en virtud de la cual se hubieran situado el tritón y la nereida. Tal y como se aprecia en algunos mosaicos ostienses, parecen ser miembros de un thiasos marino que destaca como protagonista absoluto de la composición.

Los paralelos para ambas figuras en otros mosaicos nos conducen a finales del siglo II y principios del III d.c.

Mosaico denominado del Arroyo de Fuente Álamo

Según el citado Oficio enviado a la Real Academia de la Historia, el fragmento se encontraba en un espacio donde el lado situado junto al arroyo mide 2,56 m y otro perpendicular 1,58 m.

A juzgar por el dibujo, el esquema de motivos geométricos reproduce parte de un pavimento polícromo que podría haber decorado una estancia de planta octogonal o el remate pentagonal de otra sala de representación. Se trata de una composición de cuadrados, delineados en negro sobre fondo blanco, que aparecen decorados en su interior con un cuadripétalo en aspa inscrito, alternando en rojo, blanco y negro, y con círculos delineados en negro, que contienen otro más pequeño en su interior, los negros uno de color blanco, los blancos uno rojo y los rojos un círculo negro.